martes, 20 de mayo de 2014

BUZONES


Hoy he estado casi veinte minutos buscando un buzón de correos. Antes había uno delante de mi casa. A decir verdad no sé cuándo lo quitaron. Debió ser cuando hicieron las obras para trasladar la parada del autobús. Creo que también desapareció la fuente. Los buzones de correos están desapareciendo. Antes había uno en cada esquina. Formaban parte del paisaje común de las ciudades y pueblos del país. Pero ahora nadie escribe cartas. Ni siquiera cartas de amor. Los más osados enamorados deben enviarse correos electrónicos o whatsapps. No escriben cartas ni los escritores. Algún día, cuando se analice esta época, no habrá ya libros donde consultar la correspondencia entre escritores. Igual a alguien se le ocurre recopilar la correspondencia en correos electrónicos. O tal vez exista ya otro medio de comunicación. Vuelvo a los buzones. Apenas me he dado cuenta de que han ido desapareciendo. El otro día lo comentaba con un trabajador de correos. Ya ni siquiera son funcionarios. Me respondió que les habían dicho que habían desaparecido unos cuantos. Yo le dije que tardé quince minutos en encontrar uno. Se encogió de hombros. Hoy he tenido que buscar otra vez un buzón de correos. Delante de mi trabajo había uno. Ha desaparecido. Un par de esquinas más allá había otro. También ha desaparecido. Nadie escribe cartas de amor. Cuando viajamos tampoco enviamos postales. A veces me gusta encontrar postales enviadas por desconocidos en los libros de viejo. Me dicen más sobre sus antiguos propietarios. Cada vez escribimos peor. En la era de la comunicación cada vez nos comunicamos menos y peor. Los nuevos gestores -ahora se llaman así sus directivos que ya no son funcionarios- de Correos han decidido que no hacían falta tantos buzones. Probablemente habrán suprimido las rutas de las recogidas, las habrán condensado en una por barrio o menos. Por eso sobran buzones. También sobran los que hacen las recogidas. Pronto sobrarán los carteros. A mi buzón sólo llegan cartas de entidades bancarias. Cuando hay elecciones también recibo cartas de partidos políticos que no se preocupan de mí el resto del año, ni el resto de los años, ni nunca. A veces abro el buzón y está lleno de propaganda. Tomo los papeles y los dejo en el contenedor de reciclado. Pienso que con esos papeles se hará nueva pasta de papel para hacer otros papeles que volverán a depositar en mi buzón. Pero no habrá cartas, sólo de partidos políticos y de entidades bancarias. No se necesitarán los buzones. Además desde que se liberalizó el mercado ya hay otras empresas que hacen lo mismo. Pero a mí me gusta dejar las cartas en el buzón. Me gusta ir a correos. Tengo un apartado de correos. Algún vecino vio que me enviaban libros y una vez me robó uno. Tuvo la delicadeza de dejarme el sobre con el dossier de prensa. Por eso tengo un apartado de correos. Ahora voy cada semana a ver si tengo nuevos libros. Visito correos. Siempre hay colas. Cada vez más la gente va a correos a pagar recibos. No llevan cartas, no recogen cartas. A veces notificaciones. Casi siempre tras el correo administrativo se esconden malas noticias. Por eso las noticias no se depositan en nuestros buzones, tienes que ir a buscarlas. Deberíamos tener un buzón para almacenar las malas noticias y jamás leerlas. Guardarlas ahí hasta nuestro final. El buzón no sería amarillo como los de correos. El amarillo es un color alegre aunque casi nadie se viste con color amarillo. Ya no hay buzones de correos. El amarillo del anagrama de correos está desapareciendo de nuestras vidas como tantas otras cosas.

Fotografía: Wikipedia.

domingo, 18 de mayo de 2014

SEMEJANZA


En el metro,
un muchacho rodando
en patinete.

A continuación,
un hombre con muletas.

Tiene cierta
paradójica semejanza
la realidad.

O, simplemente,
mala leche.


©2014 Luis Vea